Sudáfrica es una enorme y alta meseta interior bordeada por cordilleras montañosas que desciende de forma abrupta hacia una planicie costera. Dentro de esta sencilla estructura se despliega una variedad asombrosa de paisajes: las montañas de color verde esmeralda de la cordillera Drakensberg, el espectacular cañón del río Blyde, el sistema de dunas y marismas de St. Lucía, los crudos y áridos Karoo y Richtersveld, las arenas rojas del Kalahari y los estratos extrañamente retorcidos de las montañas de Cape Fold.

Es un país grande, muy grande, situado entre el cálido océano Índico en el este y el más frío Atlántico en el oeste con una costa que se extiende hacia el nordeste y el noroeste a lo largo de 3.000 km. El punto más alto del país es el pico Injisuthi, en las montañas Drakensberg, que llega hasta los 3.408 m. Las precipitaciones son escasas en la mayor parte del país y sólo dos ríos importantes lo cruzan. El río Gariep, de 2.187 km, también conocido por Orange, que nace en las tierras altas de Lesotho y su afluente, el Vaal, nace en Mpumalanga y fluye a lo largo de 1.120 km hasta encontrarse con el Gariep.

Ante este espectacular panorama ¿hacia dónde ir?

Reyes es azafata de Iberia y tenía una línea a Johannesburgo que nos dejaba  dos jornadas completas para una larga excursión en moto, el reino de Mpumalanga nos pareció un buen objetivo. Contactamos con una empresa de alquiler de motos en Johannesburgo (MOTO BERLIN) que nos proporcionó una magnífica BMW R1200GS perfectamente equipada que además nos llevaron al hotel la noche anterior para que pudiéramos salir a primera hora del día siguiente.



1ª jornada: Johannesburgo-Graskop (399 km)

Desayunamos temprano, cargamos el equipo para los dos días en las maletas de la moto y bien equipados para el frío nos pusimos en marcha hacia nuestra primer destino, Dullstroom. La salida de la ciudad no fue complicada, está bien indicado y estando un poco atento no presenta más dificultades que el intenso tráfico. Por  N12 hacia Emalahleni (Witbank). Este es un tramo de autovía que objetivamente es aburrido pero  novedoso para nosotros y por tanto entretenido. Hacía frío y viento, muy incómodo para la conducción lo que obligaba a ir a un ritmo tranquilo, afortunadamente la ropa térmica cumplía bien su cometido en esa soleada pero fría mañana sudafricana.


Después de Witbank por la N4 hasta Belfast y por la R540 hasta Dullstroom. Las carreteras son buenas, el paisaje se va haciendo cada vez más bonito y sin darte cuenta circulas muy rápido. Dullstroom está a 1.964 m de altitud, eso explica la bajada de temperatura que notamos por esa zona,  a unas tres horas de Johannesburgo, camino del Kruger. Tiene un idílico paisaje, incontables tiendas de antigüedades y cachivaches, cafés pintorescos una ambiente relajado y cordial. Esta pequeña ciudad tiene fama de ser el principal destino de la pesca con mosca en Sudáfrica y buenos sitios donde hacen una cerveza muy rica. Pero este lugar tan agradable tiene un pasado duro. Durante la segunda guerra de los bóers (1899-1902) los soldados británicos diezmaron la población como parte de su campaña de tierra quemada y muchos hombres pasaron a la clandestinidad para intentar librar una guerra de guerrillas contra los británicos.

Comimos en un local muy agradable y acogedor, sobre todo porque encendieron la chimenea para calentarnos, The Anvil Ale House. En la tarjeta que nos dieron se puede leer: “Find out what´s brewing”. Una pequeña degustación de su cerveza es obligado.


Después de la reconfortante parada seguimos hacia Lyndeburg atravesando el Santa Pass, un espectacular paso de montaña sobre los 2100 m. A partir de Lyndeburg por la R36 hasta el cruce con la carretera de montaña que atraviesa el Robbers Pass, Pilgrim´s Rest  y llega hasta Graskop. Este último tramo fue lo más bonito del día. El Robbers Pass ofrece unas panorámicas muy bellas al atardecer y  detenerse en Pilgrim´s Rest es imprescindible.

Toda la población es un fósil viviente y su visita te lleva atrás en el tiempo, a la época de la fiebre del oro del antiguo Transvaal. Pilgrim´s Rest tiene encanto pero te preguntas qué atrae a una persona a un lugar perdido cómo este. La respuesta está en el suelo. Casi todo lo que ocurrió aquí desde 1873 gira alrededor de este preciado y esquivo metal. La población celebra en septiembre el Campeonato Sudafricano de Búsqueda de Oro. No te harás rico pero seguramente lo pasarás bien.


Según la leyenda en 1873 un buscador de oro, en un lugar llamado Pilgrim´s Creek, vio unas enormes pepitas de oro que resplandecían entre el agua del arroyo. El hombre gritó: “¡Al fin puede descansar el peregrino!” . Los depósitos aluviales de oro resultaron ser los mejores de Sudáfrica y acudieron buscadores de oro de todo el mundo pero cuando al fin se agotó el filón, la población quedó desierta. En 1972 el gobierno sudafricano compró el asentamiento llevando a cabo un programa de restauración y reforma de los antiguos edificios.

Un paseo por la población nos permitió ver muchas de las construcciones originales hechas con tejado de hojalata y madera como la estación de servicio donde repostamos gasolina, la casa Alanglade en la que residió el director de la Transvaal Gold Mining Estate Ltd o el Royal Hotel de estilo victoriano tardío y uno de los establecimientos más conocidos de Sudáfrica.



“Y en esta tranquila población en medio de Sudáfrica, en el Royal Hotel nos encontramos con Carlos Queiroz,” seleccionador de Portugal, que estaba  pasando unos tranquilos días de vacaciones con su esposa por esas tierras. Charlamos un ratito con ellos sobre su estancia en el lugar, nuestro viaje y la sorpresa del encuentro, nada de fútbol, por cortesía de los campeones del mundo. Fueron muy amables. La noticia corrió por el pueblo tan rápido como la fiebre del oro.


Después de la visita a este encantador lugar seguimos hacia la cercana población de Graskop donde teníamos intención de dormir. Graskop es una tranquila localidad a las puertas de la Panorama Route, la R532, que recorre los agrestes límites del norte de las montañas Drakensberg y es una de las más bellas carreteras de Sudáfrica.

En esta población hay suficientes B&B y no tuvimos problemas en encontrar uno muy acogedor, Autumn Breath, regentado por Johann & Ina . Después de una reconfortante ducha caliente salimos a cenar, muy bien y a buen precio, unos 250 RAND, a un local recomendado por nuestros anfitriones, Canimambo con cocina portuguesa y mozambiqueña. Nos hicieron mención de que la población era tranquila pero que al ser viernes por la noche encontraríamos animación por las calles….pero no sé si entendimos bien el término “animado” porque por allí no había mucha gente y salvo en un bar de moteros, cuyo nombre no recuerdo, donde algunos tipos hablaban de motos y tomaban cervezas, aquello estaba muy tranquilo.


Como último detalle del día tengo que admitir que aunque la habitación estaba muy bien esa noche pasamos frío y estuve a punto de levantarme a ponerme la ropa térmica de la moto pero finalmente me venció el sueño. Durante el día en esta época del año la temperatura no es baja para ir en moto pero por la noche desciende bastante y aunque contábamos con un radiador eléctrico no fue suficiente para calentar la habitación.


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2ª jornada: Graskop-Blyde River Canyon-Johannesburgo (557 kms)

El día amaneció bueno con una temperatura muy agradable. Nos levantamos temprano pues en teníamos por delante una largo recorrido que nos llevaría por la Panorama Route hasta el Blyde River Canyon, una de las grandes maravillas del continente africano. Tiene unos 50 kms de longitud y es el tercer cañón más grande del mundo tras el Gran Cañón de Colorado en USA y el Fish River Canyon de Namibia.


Durante el espléndido desayuno la dueña del establecimiento, Ina, nos fue contando muchas cosas de la zona y nos recomendó algunos lugares que no debíamos dejar de visitar, que ella había recorrido y siempre le habían gustado. Una conversación muy agradable y que es un buen ejemplo de cómo estos pequeños empresarios de turismo hacen muy placentera la estancia en su casa.

Nuestra ruta transcurriría por la Panorama Route, la R532, señalada con claridad, y que discurre paralela a las partes más espectaculares del cañón. El camino comienza en Graskop y nos permitió disfrutar de unas panorámicas muy bellas.

A unos pocos kms de la población hay que hacer la primera parada en un lugar denominado The Pinnacle, una espectacular roca que se eleva más de 30 m sobre el bosque indígena, luego God´s Window donde disfrutamos de unas de las mejores vistas. Ante nosotros el asombroso paisaje de bosques que se aferran a los costados del barranco con unos acantilados que superan los 900 m y que se precipitan hacia el Lowveld y sus reservas de animales; en la distancia el parque nacional Kruger y Mozambique; "veld" es una palabra afrikáans que significa “espacios rurales amplios y abiertos” y desde luego ese era el espectáculo que se abría ante nuestros ojos. Para mí es sobrecogedor, un regalo.


Más adelante Lowveld View con unas sensacionales vistas del cañón, la presa Blyde y el Lowveld. Este punto está situado entre otras maravillas, los Three Rondavels y las Bourke´s Luck Potholes. Las Bourke´s son unas milenarias grutas formadas en el mismo lecho del río por los remolinos de agua, arena y roca donde el  Treur confluye con el Blyde.



A unos 14 kms al norte encontramos los Three Rondavels. Son unas gigantescas rocas redondas que se parecen a las chozas indígenas (rondavels). Es un lugar muy pintoresco con unas espectaculares vistas. No cabe duda que es uno de los recorridos más impresionantes que hemos hecho en moto y además con la mágica sensación de estar en Africa. Su luz siempre nos parece especial.


Siguiendo la recomendación de Ina, la dueña del B&B de Graskop al llegar al cruce de la Panorama Route con la R36 tomamos a la derecha para llegar hasta el J.G. Strijdom Túnnel pasando por el Abel Erasmus Pass. En este lugar y a ambos lados del túnel se reúnen pequeños comerciantes que compran y venden artesanía, frutas, etc. Las vistas a un lado y a otro bien valen el desvío. Compramos a una señora que tenía un puesto de frutas muy digno una bolsa de nueces de macadamia. Estaba con sus hijos y también vendía artesanía. Creo que nos pidió 2€ por la bolsa, yo me sentí incapaz de regatear.



Dimos la vuelta y por la R36 iniciamos el camino de regreso pasando por Ohrigstad (en afrikáans, ciudad de Ohrig. Aquí repostamos combustible, compramos agua en una tienda local donde el cajero estaba protegido por una jaula, la dueña era blanca y tenía un aspecto bastante intimidante; nosotros éramos invisibles, nadie se acercaba, nadie nos miraba, pagamos y nos fuimos con la misma indiferencia con la que llegamos. He estado en Senegal con mi buen amigo Juan Recio, también fuimos en moto, con dos vetustas Yamaha XT 600. Allí en los poblados la gente se acercaba a saludarnos, nos daban la mano, intentaban saber cosas de nosotros y cuando tuvimos algún problema siempre encontramos alguien que nos prestó su ayuda. Estos es diferente, es la parte que siempre nos inquieta de África. Hoy el lugar no ofrece mucho pero tiene un pasado interesante para comprender una parte importante de la historia de estas tierras. Fue una fortaleza establecida por un grupo de voortrekkers, con ayuda de un comerciante holandés llamado Gregorius Ohrig. Los voortrekkers eran emigrantes que en la década de 1830-1840 dejaron la Colonia del Cabo moviéndose hacia el interior de lo que hoy es Sudáfrica. Es un término afrikáans y neerlandés y significa “los que van por delante”. Los colonos llegaron en 1841 pero fueron diezmados por la malaria aunque volvieron cuando la enfermedad estuvo bajo control. En mayo de 1873 el área fue proclamada como campo de oro público y tuvo su tiempo de esplendor hasta que se agotaron los filones.

Decidimos no regresar por Dullstroom así que seguimos por la R36 pasando por Lydenburg, Klipskool, la presa Kwena para enlazar con la N4 hasta Machadodrop y luego a Belfast

Lydenburg estaba muy animada, supongo que por ser sábado y estar los comercios abiertos pero a partir de esta localidad y hasta llegar a la N4 el camino lo hicimos casi sin cruzarnos con alguien, circulábamos muy a gusto por amplios parajes que nos hicieron sentir que estábamos muy lejos.

Nuestra intención era llegar antes de oscurecer a Johannesburgo y no complicarnos en una ciudad que dicen peligrosa especialmente por la noche. Pero surgió un imprevisto. Íbamos un poco escasos de gasolina, en reserva, paramos en una gasolinera ya en la autovía a unos 60 kms de Johannesburgo pero se había ido la corriente y no funcionaban los surtidores. Nos dijeron que tardaría poco tiempo en solucionarse así que decidimos esperar. Los que iban llegando, ante la situación, decidían seguir camino. Al cabo de un buen rato preguntamos por cuál era la estación de servicio siguiente pero estaba a una distancia que no hacía recomendable intentar llegar a riesgo de quedarnos tirados anocheciendo. Eran ya las seis de la tarde y la luz iba disminuyendo hasta que en un instante literalmente “cayó la noche”. Nos propusieron acercarnos a un pequeño surtidor situado en un camino secundario detrás de la gasolinera y allá que fuimos junto con dos coches más, unos granjeros y unos fontaneros, todos blancos. Pero el surtidor tampoco funcionaba. La siguiente alternativa era seguir unos 10 km hasta otra población que contaba con una gasolinera grande, así que nos pusimos a la cabeza del convoy formado por los dos coches y nuestra moto con el objetivo de conseguir gasolina. El paisaje cambió de repente, era duro, solitario y con una densa neblina que se situaba por encima de nuestras cabezas ya que el aire frío del atardecer no la dejaba escapar pero la extendía en la distancia. Esta era la niebla de la que los carteles en la autovía avisaban, pero ¿de dónde salía? Nuestra sorpresa fue comprobar que procedía de las humildes viviendas que debían quemar cualquier cosa para calentarse.



De las chimeneas de todas y cada de las casas de un poblado de cierta extensión que apareció ante nosotros salía un hilo de humo procedente de sus maltrechas estufas y una densa neblina de aspecto fantasmal cubría todo el lugar. Grupos de personas caminaban hacia las casas y otras estaban sentadas al borde del camino o en la puerta de algunas de ellas. No me habría gustado nada que la moto se hubiese parado en ese sitio. Para tranquilidad de mis pensamientos llegamos sin problemas a la gasolinera, llenamos el depósito y salimos rápido hacia la N12 con dirección a Johannesburgo. Ya era tarde, bueno solo las 19:30 pero era de noche.

El roadbook que había preparado y que llevaba sobre el depósito de la moto era bueno pero la dificultad estaba en el denso y rápido tráfico que encontramos al entrar en la ciudad. Con cuidado, atentos a las indicaciones y los desvíos por fin llegamos al hotel. Objetivo cumplido: unos 960 kms en dos días intensos de moto recorriendo unos parajes asombrosos. Ahora una buena ducha y a cenar y qué mejor lugar para hacerlo en la zona de Sandton, donde estaba nuestro hotel, que el famoso The Butcher Shop&Grill en la Nelson Mandela Square, un local muy animado donde puedes comprar o degustar en una buena comida “the best south african beef”.  472 RAND una magnífica cena para dos.  

La brillante R1200GS descansó esa noche en el garaje del hotel y al día siguiente a primera hora los chicos de MOTO BERLÍN pasaron a recogerla.

Todavía nos quedaba la mañana del domingo y el mercadillo de Rosebank era una opción muy sugerente. Muy animado, colorista y entretenido en este mercadillo puedes hacer las compras de última hora y sobre todo pasar una mañana muy agradable. Música en vivo con orquestas que lo mismo tocan aquí que en una boda, cumpleaños o en un funeral, puestos de ropa, artesanía, especias de mil colores, sabores y olores, comida sin que falte el biltong que es carne de vacuno condimentada y que se deja secar, artículos de quinta mano, etc.



Nuestra aventura sudafricana no ha dado para más, por esta vez.

Estoy totalmente de acuerdo con los que piensan que África sigue teniendo ese lado ignoto y salvaje tan mitificado por viajeros y aventureros de toda condición. Su naturaleza sigue ahí, rotunda e inabarcable, es el plato fuerte que espera al que se acerca por esas tierras. La magnitud de su naturaleza es tan brutal  que antes de ir allí es difícil imaginarla pero después en nuestra civilizada Europa, se recuerda como un sueño. Como nos dijo Otto, un empleado del hotel donde nos alojamos, Sudáfrica es un gran país. Esta tierra nos espera para que, como dice el escritor Javier Reverte, por una vez, nos sintamos un poco exploradores.


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Guía práctica.

Moneda. 1€ equivale a 9,33 RAND. El precio de la gasolina es de unos 0,68€/litro

Vuelos. Directo con Iberia. Mi mujer Reyes es sobrecargo de A340 y entre el 14 y el 18 de julio le tocó hacer una línea a Johannesburgo, así que aprovechamos para planificar la ruta en moto. (Esta ruta es muy recomendable para los tripulantes y técnicos de la compañía y que sean amantes de los viajes en moto)

Alquiler de moto. La gestión la hicimos desde Madrid con la empresa MOTO BERLIN  (www.motoberlin.com) . Muy buenos profesionales. Dispusimos de una flamante BMW R1200GS con maletas y 1000 km sin cargo, con entrega la noche anterior a la salida y recogida al día siguiente de la llegada, en el hotel por 3.300 RAND (impuestos incluídos). El trato de su responsable en Johannesburgo, Quan Engelbrecht ha sido excelente. En Sudáfrica hay buena afición a las motos.

Alojamientos. Por toda la ruta es fácil encontrar buenos y agradables B&B , granjas o los espléndidos lodge generalmente dentro de los parques nacionales, donde lógicamente no puedes circular con la moto. Nuestra experiencia: una habitación doble con desayuno en un encantador B&B por 440 RAND

Mapas y guías. Siempre utilizo los de la editorial Reise, que compro el la librería De Viaje (Madrid). En Sudáfrica están cambiando los topónimos del inglés a la lengua local. Por ello algunas indicaciones viarias resultan desconocidas y es necesario buen un mapa de una edición reciente y tener indicaciones útiles para llegar hasta donde quieres.

Texto: José Ramón Noguerol
Fotos: Reyes Casado y José Ramón Noguerol

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