Aprovechando que nuestras obligaciones laborales han pasado a mejor vida (vamos que me he jubilado), mi “santa” y yo, decidimos hacer honor al nombre de nuestra recién estrenada situación como clase pasiva, dándonos un jubileo en forma de ruta a destiempo. Y digo lo de a destiempo, por que salimos de casa un domingo y regresamos el miércoles a última hora, condición ésta impuesta por las características del bono (atención a las condiciones particulares) de Paradores que habíamos adquirido, y que obligaba a utilizarlo en esos días. Bien, al menos las carreteras estarían vacías y si bien la climatología amenazaba con dar guerra en forma de lluvia, los colores del otoño eran un reclamo difícil de resistir, y las temperaturas no parecían muy desalentadoras.
A las nueve de la mañana del domingo 25 de Octubre, pusimos rumbo a Jávea nuestra primera parada. Una ruta sin mayor historia y que todos hemos transitado en alguna ocasión pero en la que pudimos saborear los colores rojizos y ocres que presentaban los viñedos de la zona de Requena y Utiel un auténtico regalo para la vista.
Las alforjas semirrígidas Shad que estrenaba para la ocasión(tres camisas, dos camisetas, tres mudas, un pijama de verano, zapatillas de deporte unos vaqueros y todavía quedaba sitio ya que son extensibles), no parecían ocasionar problemas de estabilidad, aerodinámicos, ni de otro tipo, y con el deriva brisas Givi en la posición más baja y menos vertical, los molestos rebufos que antes se producían entre los cascos desaparecieron, al menos hasta los 140kh que fue la máxima velocidad en este tramo (lo impedían radares fijos, de tramo y el puñetero helicóptero Pegaso que en un momento, se situó frente a nosotros a no más de 200 metros del suelo …pensé que nos dispararía)
El ajuste puede ser tanto en altura (liberando la leva que lo mantiene en su posición, y que es similar a las fijaciones de las ruedas de una bicicleta), como en inclinación. Ésta, simplemente empujando hacia adelante o hacia atrás. Yo la llevo en la posición más baja y más inclinada hacia atrás, pero esto es cuestión de gustos y de la aerodinámica particular de cada motocicleta, indumentaria y algo muy importante, el casco y por supuesto la posición del tronco.
Se coloca en un “pis- Pas” mediante cuatro tornillos de cabeza hallen y una llave que se suministra con la pantallita que al tener unas medidas poco habituales, dificultarían la labor de los amigos de lo ajeno, pero vamos que si se la quieren llevar…se la llevan. Por otro lado no parece añadir vibraciones al conjunto, y estéticamente no desentona demasiado, y siempre la puedes guardar si no realizas viajes a duo.Yo la he dejado montada porque la verdad es que descarga el cuello bastante. En general tiene más ventajas, que inconvenientes (algo de ruido en según qué circunstancias).
Las ventajas del deriva brisas, son que
desaparecen los rebufos entre casco de piloto y acompañante. Es muy fácil
regularlo, pero Eolo tiene sus caprichos y a ciertas velocidades e
inclinaciones el ruido aumenta…
tranquilos que en marcha se puede
regular, no la altura esto hay que hacerlo en parado, pero si la inclinación
con un solo dedo.
Las alforjas tienen una buena capacidad. Como
veis cabe un integral holgadamente. En marcha no se mueven nada y se colocan en
un suspiro. Vienen con funda impermeable y asa, o correa para transportar…según
modelos de moto pueden entrar en conflicto con los intermitentes.
Los anclajes son muy fáciles de instalar. Los
hay específicos, o como en mi caso universales, si tienes la parrilla para baúl
Shad Top Master u otra de sección similar.
En Jávea, visita al Cabo de la Nao, la subida al Mongó la cambiamos (había niebla)
por un garbeo por el paseo marítimo y unas tapas en un establecimiento que se
llama “Estapatí” y que recomiendo desde
aquí .El Parador muy agradable y famoso por la carta de pescados, semivacío y
con unas vistas inmejorables de la bahía… ¿pegas? Pues aunque parezca mentira a
estas alturas del año, los mosquitos nos dieron la noche.
A la mañana siguiente, después de desayunar como fieras en el parador, pusimos rumbo a El Salér nuestro siguiente destino. Viaje rápido y si lluvia. Un poco laborioso dar con el parador que se encuentra junto a un campo de golf, metido en un bosque y con salida exclusiva a la playa .Como precaución al registrarnos, pedimos enchufes anti mosquitos.
La Albufera desde la barca del “Tío Pastilla”…
El hecho de que el propio Parador se encuentre
en los límites del Parque de la Albufera facilitó nuestra llegada al mismo. Era
el plato fuerte del día, y una vez en el Palmar nos dedicamos a buscar un
barquero que nos guiase por las marismas. Dimos con un señor de edad avanzada
que decía llamarse (no supo decirnos muy bien por qué) el “Tío Pastilla”. El
precio normal son cuatro euros por persona siempre que el grupo sea de un
mínimo de diez. Éste no era el caso ya que solo estábamos mi señora y yo (os
recuerdo que era lunes) y después de esperar un rato por si venia alguien,
decidimos embarcarnos solos al precio de veinte euros los dos… y en verdad
valió la pena, ya que el silencio y los acertados comentarios del Tío Pastilla
nos acompañaron durante todo el trayecto, viendo el Parque en unas condiciones
inmejorables de sosiego y casi en exclusiva, la Nikon echaba humo. Una
experiencia absolutamente recomendable.
Garza imperial…lo otro no tiene comentario
Rematamos el día en Valencia (14 KM). Comimos en un restaurante (“El Foro”) cerca de la plaza del País Valenciano, y visitamos el curioso museo Fallero, una pequeña parodia de la historia de España representada por los Ninots que se han salvado de las llamas.
Cenamos en el Parador, y nos fuimos al catre pronto, había que madrugar para ver la salida del sol.
¡Y vaya si mereció la pena! A las siete, estábamos en pie y en la playa con la cámara lista. Los Correlimos se afanaban en capturar sus presas cada vez que las olas se retiraban, mientras en el horizonte teñido de rosa primero y rojo después, el sol se insinuaba entre unas tímidas nubes hasta que remontó… ¡bestial ¡.
En este punto me acodé de José Ramón ya que siguiendo la playa, se llega a un pueblo llamado Mareny de Barraquetes en el que paramos unas vacaciones de Semana Santa… y aquí viene la anécdota: Encontramos paseando por la playa, no una gaviota o cangrejo, ni siquiera una ballena, o una triste sardina, ¡sino… “un conejo”!???.Por no citar aquel inquietante cartel situado en la pared de una torre de apartamentos en el que se leía: “Cuidado caen objetos”.Hummm…tal vez uno de ellos mató al conejo ¿Quién sabe?
Correlimos en la playa del Saler.
Desayunamos como si no hubiese un mañana, y
tras perdernos en Valencia, enfilamos por la autopista P7 camino de Benicarló.
Alguna nube suelta pero temperatura agradable, estamos teniendo suerte con la
lluvia. En este tramo compruebo que los rebufos tampoco aparecen hasta 200 kph,
esa velocidad, en la que sientes una “ ligera” presión procedente del ocupante
del asiento de atrás, que piensa que ya estás corriendo demasiado hace rato… y
doy por bien empleados los noventa euros que me costó el deriva brisas.
Llegados a Benicarló,( pueblo tomado por gentes con los ojos azules, pelo rubio y que hablan idiomas ininteligibles), nos registramos y solicitamos los enchufes anti mosquitos. No tienen y nos dan algo más contundente, un envase de Raid. Éste Parador, tiene una particularidad: Si te adjudican una habitación como fue nuestro caso, de las que están en un extremo del edificio, has de recorrer un pasillo de 136 zancadas (contadas por este cristiano) y otro de cuarenta y tantas. Siendo confortable, es desde luego el que menos atractivo tiene de los tres visitados.
El famoso pasillo interminable
Comemos una fritura de pescado acompañada por unos langostinos de la zona y unas navajas excelentes en el restaurante El Galeón (recomendado) visita al puerto y vuelta por el paseo marítimo que estaba en obras .Hordas de extranjeros con sus bicicletas, recorren el carril bici, uno se siente como “El Extranjero” de Marcel Camus, para colmo se pone a chispear de modo que cenamos en el Parador y aprovechamos para leer un rato antes de dormir, al día siguiente tenemos la etapa reina.
Otro amanecer de cuento, esta vez, lo vemos desde la terraza de la habitación estamos en primera línea. Desayuno pantagruélico, los croissants de escándalo, entre otras cosas me como cuatro para aguantar el tirón, devolvemos el Raid que gracias a Dios no hemos utilizado, y enfilamos por la N232 camino de Morella.
Buena carretera incluido el puerto de El Querol, retorcido como un saco de rosquillas y con un tráfico de camiones muy intenso. Después de 69,5 km dejamos Morella a nuestra derecha y por la cv 12 y la A226 nos vamos en busca de Mirambel, carretera decente hasta que en un punto determinado, ésta…¡¡ desaparece!! Por delante un montón de kilómetros de piedras y tierra compactada (menos mal que no llueve) que hacen que mi repertorio de juramentos y blasfemias se ponga al día. este martirio nos acompaña (y a otro pobre desgraciado en una Rt) hasta un poco antes de Cantavieja y me hace recordar al General Cabrera.
Cantavieja en lo alto. Cuartel general del “Tigre”… y con gasolinera
El Tigre del Maestrazgo, durante las guerras Carlistas asoló y dominó con mano de hierro estas sierras y sus poblaciones y todo porque el inútil de Fernando VII no tuvo descendencia que pudiera reinar. Menos mal, que restableció las corridas de toros. El General Cabrera partidario de Carlos Mª de Borbón y contrario a Isabel II de España, se hizo el dueño y señor de estas sierras y sometió a cuantos se le pusieron por delante, como ahora este camino en el que las cabras se harían esguinces, trataba de someternos a la Fazer y a mí.
Los neumáticos que estrenaba en este viaje, se habían portado hasta el momento de forma impecable. Unos Contiroad Attack 2 EVO del segmento sport turismo, más cerca del sport que del turismo, con bicompuesto más duro en el centro y más blando en los flancos. Unos neumáticos que favorecen la agilidad sin perder precisión, y con un perfil que al ser redondeado hace que las transiciones en inclinación sean muy progresivas. El agarre es muy bueno dando confianza desde el primer kilómetro, y la carcasa es dura lo cual conviene a motos con cierto peso. En mojado van estupendos, y frenando en curva apenas se levantan pudiendo frenar hasta bien dentro, lo cual hace que las entradas sean muy rápidas La verdad es que el comportamiento de la moto ha cambiado a mejor, parece que el trabajo lo hace sola, con insinuar la tumbada la moto va donde le digas, me están gustando mucho, hasta mi “señora” se ha dado cuenta de que va mejor que antes.
Este neumático tiene la peculiaridad de que agarra desde el primer metro ya que en el proceso de desmoldeo, no utilizan parafina (esa capa brillante que traen cuando son nuevos y que es tan resbaladiza) si pasas la mano, se nota un tacto rugoso que reconforta ese lugar del cerebro donde tenemos almacenadas las caídas por pérdida de adherencia.
Acabado el suplicio de carretera vuelta por Cantavieja. Nos recrearnos con las vistas desde esta atalaya.
Se puede observar el trazado de la carretera al fondo y todavía no hemos empezado con los puertos
Visitamos el Museo de las Guerras Carlistas y compramos unos mantecados. Me planteo si ir a Teruel por el Puerto del Cuarto Pelado, Puerto de Villarroyo, Puerto de Fontanete y Sollavientos (su nombre lo dice todo) y Puerto de Cabigordo, o bien, otra ruta algo más larga pero igualmente atractiva: Bajar hasta La Iglesuela del Cid y desde allí bordeando Valdelinares, buscar Mora de Rubielos y Rubielos de Mora, subir por Alcalá de la Selva hasta Gúdar por el puerto del mismo nombre, y empalmar en Allepuz con la A226 de la primera opción. Ambas son carreteras de Montaña con asfalto más que aceptable y una calidad paisajística de primera, pero el fresco, y unas nubes amenazadoras me hicieron decantarme por la primera variante.
Las fotografías no terminan de hacer justicia ya que las he tenido que quitar peso para poder incluirlas en el texto, pero os podéis hacer una idea.
Estas carreteras no defraudan, prácticamente vacías y con unas vistas para estar parando cada dos por tres, hicieron que los 96 km que separan la que fue capital del Maestrazgo de la actual Teruel, pasasen, no tanto en tiempo real como en sensaciones, volando. Las amenazadoras nubes (otra vez el General Cabrera tocando las narices) se convirtieron en Chubascos ocasionales que hicieron que parase a colocar las fundas de lluvia en las alforjas (vienen de serie y son muy eficaces) y a darle gusto a la Nikon. Una vez en Teruel, y como la climatología se tornaba cada vez más adversa, desistimos de Albarracín ya que mi señora tenía que estar en Madrid a las siete y media practicando con el coro Góspel del que forma parte.
Nacional hasta Alcolea y autovía entrando en Madrid por Guadalajara sin más historia. ¡Qué asco de tráfico! después de haber rodado en la más absoluta soledad eso sí… vigilados de cerca por El Tigre del Maestrazgo.
Acabado el suplicio de carretera vuelta por Cantavieja. Nos recrearnos con las vistas desde esta atalaya.
Se puede observar el trazado de la carretera al fondo y todavía no hemos empezado con los puertos
Visitamos el Museo de las Guerras Carlistas y compramos unos mantecados. Me planteo si ir a Teruel por el Puerto del Cuarto Pelado, Puerto de Villarroyo, Puerto de Fontanete y Sollavientos (su nombre lo dice todo) y Puerto de Cabigordo, o bien, otra ruta algo más larga pero igualmente atractiva: Bajar hasta La Iglesuela del Cid y desde allí bordeando Valdelinares, buscar Mora de Rubielos y Rubielos de Mora, subir por Alcalá de la Selva hasta Gúdar por el puerto del mismo nombre, y empalmar en Allepuz con la A226 de la primera opción. Ambas son carreteras de Montaña con asfalto más que aceptable y una calidad paisajística de primera, pero el fresco, y unas nubes amenazadoras me hicieron decantarme por la primera variante.
Las fotografías no terminan de hacer justicia ya que las he tenido que quitar peso para poder incluirlas en el texto, pero os podéis hacer una idea.
¡¡Ambietazo!!
Las vistas durante todo el recorrido son fantásticas
Carreteras solitarias y asfalto decente
¡El otoño, se enseñorea por doquier!
Estas carreteras no defraudan, prácticamente vacías y con unas vistas para estar parando cada dos por tres, hicieron que los 96 km que separan la que fue capital del Maestrazgo de la actual Teruel, pasasen, no tanto en tiempo real como en sensaciones, volando. Las amenazadoras nubes (otra vez el General Cabrera tocando las narices) se convirtieron en Chubascos ocasionales que hicieron que parase a colocar las fundas de lluvia en las alforjas (vienen de serie y son muy eficaces) y a darle gusto a la Nikon. Una vez en Teruel, y como la climatología se tornaba cada vez más adversa, desistimos de Albarracín ya que mi señora tenía que estar en Madrid a las siete y media practicando con el coro Góspel del que forma parte.
Nacional hasta Alcolea y autovía entrando en Madrid por Guadalajara sin más historia. ¡Qué asco de tráfico! después de haber rodado en la más absoluta soledad eso sí… vigilados de cerca por El Tigre del Maestrazgo.
Bahía de Jávea desde la ventana del Parador
Amanecer en el Saler
Albufera de Valencia
Mirambel. Esas nubes...
De Mirambel a Cantavieja
Chaparrón en el Cuarto Pelado
El “Tío Pastilla” y mi “señora” en la “Reina de África”
Correlimos al amanecer.
La Albufera al atrdecer... Mágica
Amanece en Benicarló.
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